Este enunciado es un clásico entre los profesionales publicitarios. Y ciertamente, la sociedad tiene una relación de amor/odio con la publicidad, a la que culpa de todo tipo de males, desde la anorexia juvenil hasta el incremento de accidentes de tráfico.

Y lo cierto es que ni lo uno ni lo otro depende de los publicitarios. La publicidad, al menos como yo la he entendido siempre, resulta útil para informar a las personas sobre productos y servicios, da a conocer las marcas y ayuda a posicionarlas. La publicidad ayuda a vender. No vende por sí sola. Y en los tiempos que corren en los que todo se puede medir (o eso dicen algunos), los anunciantes exigen conocer el ROI o retorno de la inversión para juzgar de inmediato los resultados.

La publicidad, excepto en el caso de que hayas perdido tu gato, debe trabajarse a medio y largo plazo. Pero es eficaz. Basta con comprobar cuáles son las marcas que mayor éxito tienen y la correlación que sus ventas tienen con su inversión publicitaria para constatarlo.

Todas, absolutamente todas, las marcas que aparecen en tu mente como primera opción de cada sector (una tónica, unos pañuelos de papel, unos grandes almacenes, etc.) han ocupado ese lugar gracias al esfuerzo publicitario que realizaron. Y con la capacidad de segmentación que hay hoy en día también tú puedes alcanzar a tu público con mucha facilidad, aunque no sin algún esfuerzo presupuestario.

Mucha gente cree que basta con tener unas redes sociales y una página web más o menos aseadas para posicionarse en el mercado. Pero no. Igual que no basta con haber aprendido a escribir para triunfar como novelista. Para atraer a tu público objetivo hacen falta unas cuantas técnicas además de unos cuantos medios. Hay que llamar su atención, generarle interés hacia nuestra propuesta, estimular deseo de conocerte más y, finalmente, moverle a la acción. Pero todo esto no sucede porque sí. Piensa que en absoluto le interesa nuestra propuesta ni cientos de las que le impactan a diario. Hay que seducirle, atraerle y ganárnoslo. No es fácil, pero es posible.

Y por no enrollarme mucho más, trata de ver la publicidad como el cambio automático de los coches; todo aquel que se lo puede permitir, no duda en pagarlo. Y por algo será.

Si después de este artículo, todavía me siguen invitando a participar en este foro, ya tendremos ocasión de hablar de otros temas interesantes como “la voz de marca”, “el posicionamiento” “la imagen de la marca” entre otros muchos.

Y si tú has llegado hasta este punto, ya hemos conseguido más de lo que logran el 99% de los redactores publicitarios con sus textos.

Hasta la próxima, y suerte con el gato.

artur@exit-up.com